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«El enfermo somos todos», entrevista con Natalia Rodríguez Caballero

Publicada el 20/10/2020

Natalia Rodríguez Caballero es una de los 11 egresados de la generación 2019 del espacio colaborativo SOMA. Artista nacida en 1990 en Monterrey que en su cuerpo de trabajo ha abordado diferentes temáticas alrededor de las relaciones entre afección y recuperación en la salud mental. Retaguardia Mix sostuvo una breve entrevista con ella sobre su pieza «Atrapar una silueta», de la exposición Tierra Incógnita, y su proceso creativo.

—¿Cómo definirías a tu propia sombra?
—Entiendo mi sombra como ese lugar de nosotros que no podemos ver, un reflejo de nosotros que se nos escapa, que ligo con la aparición de la mirada ajena sobre nosotros.

—¿Podrías explicarnos un poco más sobre la idea del «humano decimal»?
—Humano decimal es un término que denominé a partir de estar estudiando bases de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en estas bases de datos se infiere un enunciado que más que ser lingüístico es numérico. Es decir, es un enunciado que está relacionado al formato de cómo se presentan estas bases, el enunciado es: «Por cada x persona sucede esto» y después se corresponden con números de tipo entero y decimal. Y claro, en una lógica de mera matemática se entiende que estamos hablando de promedios, el problema es cuando colocan la palabra PERSONA. Lo que me dio pie a empezar a preguntarme cómo sería un humano .6 o un humano 1.6, ¿qué es lo que hace un humano entero, desde qué ramas lo podríamos entender así? Creo que la idea del humano decimal no está definida en sí misma. Más bien funciona para generar una serie de preguntas en relación a lo que entendemos por valor en el humano.

—Si somos el conjunto de ideas o percepciones sobre nosotros mismos, ¿es tu pieza un proceso de separación o de integración?
—Creo que, aunque el proceso esté más relacionado a la separación, a la disección de las partes, después se conforma como integración. Es decir, a partir de entender el proceso como un ciclo que no es estático me parece que podría transitar por ambas instancias.

—Has trabajado también con pacientes diagnosticados con trastornos mentales. ¿De qué herramientas artísticas te valiste para trabajar con estas personas, la manera en que se entienden a sí mismas o que entienden a su realidad circundante?
—Principalmente he hecho uso de la apropiación y descontextualización, en este caso de «test» psiquiátricos y psicológicos, para diagnosticar enfermedades. Cuando he colocado estos exámenes en espacios más públicos que íntimos, y se comparten los resultados de estos exámenes con personas que han sido diagnosticadas, como personas que no lo han sido. La mirada lastimosa que se podría relacionar a la enfermedad se desliza a un lugar de lo normal. A lo que me refiero es que en el momento cuando el diagnosticado y el no diagnosticado toman conciencia de que estos exámenes les pueden categorizar y encontrarles patologías a todos por igual, la conciencia de la enfermedad cambia a un lugar en el que el enfermo somos todos.

—¿De qué manera fuiste registrando tu sombra? ¿Fue bajo ciertas condiciones, digamos en un cuarto o a horas específicas del día?
—Decidí basar el registro en un espacio de luz controlada, para así eliminar el factor tiempo. Al menos en lo que a los registros corresponden. Realicé diferentes diagramas de luz con lámparas caseras, en las que tomé en cuenta la posición de la luz, así como la distancia entre la luz y el cuerpo a registrar, el mío en este caso.

—En tu pieza se distinguen algunas siluetas, sobre todo de tu rostro, ¿se trata de acercarse o alejarse del dibujo de uno mismo?
—La pieza, creo yo, se acerca al dibujo de mí misma, tomando en cuenta la historia de la sombra en la representación pictórica, algo que no se puede obviar, mi búsqueda está relacionada con realizar de nuevo ese dibujo, pero no a partir de una intervención directa mía, de mi mano y el material, sino una intervención de un objeto en sí que proyecta de nuevo ese lugar primigenio del proceso. Es decir, tener la sombra, pasar al dibujo, pasar a la escultura, generar nuevas sombras. En un proceso circular donde se acaba donde se inició, pero de otra forma.

—¿Cómo fue que decidiste trabajar de una pieza bidimensional a una escultórica? ¿Podemos decir que en la pieza se proyectan las sombras de la propia sombra?
—Sí, justo como mencioné en la pregunta anterior, la búsqueda era la generación de nuevas sombras, en este caso el material me parece importante, porque, aunque el deseo era generar nuevas sombras, buscaba generarlas desde una tridimensionalidad, sombras que denotan en sí mismas lo tridimensional, en la posibilidad de ver los ensambles y las posiciones y cruces de las diferentes esculturas que generan una sola sombra en conjunto.

«Atrapar una silueta», Natalia Rodríguez Caballero

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